1. INTRODUCCIÓN 

En este trabajo de investigación de la Huerta norte de Valencia, analizan los elementos que la caracterizan y se observa que es mucho más que un paisaje; es un testimonio vivo de la interacción entre las personas y su entorno a lo largo de los siglos. Este territorio, único por su riqueza cultural, histórica y arquitectónica, ha sido moldeado por tradiciones agrícolas y por un sistema hidráulico ancestral que todavía hoy es una referencia en sostenibilidad y gestión de recursos. 

Como equipo, se exponen los valores arquitectónicos que definen este espacio tan emblemático. Desde sus sistemas de riego y construcciones rurales hasta la relación entre naturaleza y la urbanización descontrolada. Con esta práctica, se busca remarcar y conocer porque la Huerta de Valencia es un lugar considerado patrimonio cultural e histórico. 

2. TIPOLOGÍAS ARQUITECTÓNICAS 

2.1 LAS ERMITAS 

Tras realizar la práctica de campo, se ha descubierto por parte del grupo que las ermitas de la Huerta de Valencia son testigos silenciosos de la historia y las tradiciones de las comunidades que han habitado la región a lo largo del tiempo.  

Tradicionalmente, la mezquita, era un lugar de culto para los seguidores del islam. Su función principal siempre ha sido servir como espacio para la oración, aunque también funciona como centro comunitario donde se realizan actividades educativas, sociales y culturales. En árabe, la palabra «mezquita» proviene de masjid, que significa «lugar de postración», en referencia a la postración que los musulmanes realizan durante la oración. 

Su origen se remonta a los siglos XV y XVI, cuando estos pequeños templos comenzaron a construirse para atender las necesidades espirituales de una población rural, que a menudo no podía desplazarse hasta las iglesias parroquiales situadas en los núcleos urbanos. Estas ermitas no solo eran lugares de culto, sino también puntos de reunión comunitaria y referencia en un paisaje dominado por campos y acequias. 

Las ermitas de la Huerta solían estar dedicadas a santos protectores, como San Antonio Abad o San Vicente Ferrer, en busca de protección para las cosechas, el agua y el ganado. Se ubicaban principalmente cerca de caminos principales, cruces o zonas de cultivo. 

Fotografía En el plano arquitectónico, estas ermitas se caracterizan por su sencillez y funcionalidad, reflejando las limitaciones económicas de estas comunidades. Generalmente, son edificios de una sola nave, con techumbres a dos aguas y cubiertas de teja árabe. En su fachada principal suele destacarse un campanario sencillo o una espadaña, y un pórtico que servía como punto de encuentro y resguardo. 

En su interior, los materiales utilizados (como la piedra, el ladrillo y la madera) resaltan su integración con el entorno natural. Los altares en las ermitas solían estar decorados con imágenes del santo titular y a menudo eran modestos. 

En el recorrido de la práctica de campo realizada por la zona, se pudo observar diversas ermitas repartidas por la huerta, tales como: 

  • ERMITA DELS PEIXETS:  

Situada en la desembocadura del río Carraixet, en el término municipal de Alboraya, esta ermita está rodeada de huerta y se encuentra cerca del mar. Tratando de averiguar un poco más del origen de estas ermitas, descubrimos que el nombre de esta (dels peixets), proviene de un “milagro” del siglo XIV. Según la leyenda, un sacerdote perdió las formas consagradas en el río mientras cruzaba con una barca. Posteriormente, unos peces las devolvieron en perfecto estado, lo que fue considerado un milagro. Desde entonces, este hecho ha sido conmemorado con una festividad local. 

A nivel arquitectónico, se puede ver que es un edificio pequeño y sencillo, de estilo tradicional valenciano. Su diseño incluye un campanario, una única nave y un porche frontal que protege la entrada. Los elementos decorativos son austeros (un estilo decorativo que persigue una manera de vida más esencial y simple), predominando el blanco en las paredes y los techos de teja roja. 

  • ERMITA DE VILANOVA: 

Esta ermita está situada en plena huerta valenciana. Destaca por estar en un enclave agrícola que ha mantenido su esencia a pesar de la urbanización circundante de los alrededores.  

Según Carrón de Paz (2010) y el Catálogo de Protecciones del PGOU de Alboraya (2019), se considera que la ermita podría tener un origen bajomedieval debido a la antigüedad de su devoción. Sin embargo, no existen documentos ni pruebas materiales que respalden esta teoría. De modo que se sabe que fue construida durante el siglo XVII para servir como punto de referencia espiritual para los labradores de la zona. 

A nivel arquitectónico (que es lo que nos interesa) es de estilo barroco valenciano, un edificio de pequeñas proporciones, pero bien conservado. La ermita tiene una sola nave con planta rectangular y un ábside semicircular. Carece de capillas laterales y cuenta con una sacristía adosada al lado derecho de la cabecera. Su fachada principal, de diseño asimétrico y enlucida en blanco, está coronada por una espadaña que alberga una campana. La construcción es de mampostería tradicional. 

En el interior, la nave presenta una bóveda de cañón decorada con falsas claves y arcos cuyo intradós está pintado. La cubierta exterior es de teja árabe, y todos los elementos de carpintería, incluida la puerta principal, están elaborados en madera. Posteriormente, se añadió un porche de ladrillo adosado a la fachada principal, con planta cuadrada, una única abertura y una cubierta a tres aguas. 

Y aunque la expansión urbana ha afectado el paisaje de los alrededores, la ermita sigue siendo un punto destacado en medio de campos de cultivo. 

  • ERMITA DE VERA: 

Esta ermita la encontraremos en el corazón de la huerta valenciana, justo al lado de la Universidad Politécnica de Valencia, en la pedanía de Vera, dentro del término municipal de Valencia. Está cerca de la Alquería de la Torre 

Fue construida en el siglo XVIII, esta ermita tiene un fuerte vínculo con la devoción popular y la vida rural. Originalmente, su propósito era servir a los labradores locales, quienes acudían en busca de bendiciones para las cosechas. 

Es una construcción sencilla, con planta rectangular y cubierta de teja a dos aguas. La fachada está coronada por una espadaña con campana, y la puerta principal es de madera con detalles tallados. En su interior se encuentran imágenes religiosas y altares modestos, decorados con cerámica típica valenciana. 

Rodeada de campos de cultivo y acequias, esta ermita es un lugar tranquilo que conserva la esencia de la vida rural. En el pasado, era punto de reunión para procesiones y actos religiosos relacionados con la fertilidad de la tierra y las cosechas. 

Por otro lado, la Huerta de Valencia en general, y sus ermitas representan un vínculo entre el pasado y el presente, recordando las raíces agrícolas y espirituales de la región. Produce un gran contraste apreciar la huerta junto a la gran ciudad a su lado. De esta forma, estas estructuras arquitectónicas tan curiosas nos sirven para recordar los orígenes de la ciudad en la que se ha convertido ahora Valencia. 

2.2 LAS BARRACAS 

La barraca es un tipo de edificio tradicional que se encuentra principalmente en la huerta de Valencia (Comunidad Valenciana) y en la Región de Murcia. Su función principal era la de vivienda para los labradores, por lo que se construía en áreas de huerta regada. Aunque hay algunos ejemplos en la costa central de la Comunidad Valenciana (en lo que hoy es la provincia de Valencia), es mucho más común en las zonas que rodean la Albufera de Valencia, como la Huerta de Valencia, la Ribera Alta y la Ribera Baja. Con el paso del tiempo, y debido a la disminución de la actividad agrícola en la región, su uso ha disminuido considerablemente. También quedan algunos ejemplos en la comarca alicantina de la Vega Baja del Segura, donde la barraca ha sido una vivienda tradicional. 

Existen principalmente dos tipos de barracas: las barracas de huerta y las barracas de pescadores, aunque estas últimas son muy raras, y solo se conservan algunos ejemplares en la zona de la Albufera, donde ambas tipologías se solapan. 

El origen de la barraca es incierto, aunque algunos expertos, como W. Giese y Max Thede, sugieren que podrían derivar de antiguas construcciones circulares que evolucionaron hacia una forma rectangular. Esto explicaría que en algunas barracas, sobre todo en el Delta del Ebro o la Camarga francesa, se conserve una pared trasera circular, llamada «culata», que en algunos casos aún mantiene un pilar central para soportar el techo. Un ejemplo de esto se puede observar en algunas barracas de El Palmar, en Valencia. 

Por otra parte, también se especula que el origen del nombre barraca viene del Árabe y significa Suerte, esto era debido a que hace mucho tiempo tener una casa era toda una suerte y no todo el mundo tenía posibilidad de tenerla. 

En la parte de la Albufera se conoce de las primeras barracas construidas con el fango y las cañas provenientes del lago. Estas casas eran construidas por los pescadores y huertanos de la Albufera los cuales tenían muy pocos conocimientos técnicos y usaban los materiales y recursos que disponían en su entorno. 


Las barracas tienen una planta rectangular, generalmente de unos nueve por cinco metros, con un techo a dos aguas y un ángulo pronunciado para facilitar el drenaje de las lluvias intensas típicas de la región. El caballete del techo se coloca perpendicular a la entrada, que generalmente está orientada al sur y se encuentra en uno de los lados más cortos del edificio. El interior suele tener una distribución estándar: una puerta en la fachada sur da acceso a un pasillo largo que atraviesa toda la construcción, hasta la fachada norte, donde hay otra puerta que permite la circulación del aire. Este pasillo funciona como cocina, comedor y almacén. En la otra parte de la casa se encuentran los dormitorios, que normalmente son tres. El acceso al piso superior, que se usaba antiguamente para criar gusanos de seda, es por una escalera de mano. 

Construir una barraca no es nada complicado ya que tenemos que pensar que eran construcciones rudimentarias hechas por huertanos y pescadores con escasos recursos y conocimientos técnicos. Aun así, a días de hoy una barraca valenciana sería complicado de hacer por el problema de los materiales ya que la planta que se utilizaba para hacer los tejados (el “borró”) a días de hoy está protegida como especie autóctona y no se puede segar para hacer los tejados de las barracas. 

Actualmente, en Valencia quedan muy pocas barracas, lo que las convierte en un símbolo importante de la tradición valenciana. En tiempos pasados, las personas vivían en las barracas porque no tenían otra alternativa, pero con el paso de los años, cada vez son menos quienes habitan en ellas. Muchas personas están interesadas en adquirir una barraca, pero encontrar una disponible para la venta se ha vuelto cada vez más complicado. 

En los últimos años, ha habido un gran resurgimiento del interés por las barracas valencianas, debido al valor histórico y cultural que representan para la región. Los propietarios de estas viviendas han sabido aprovechar este interés, y muchas han sido transformadas en restaurantes, espacios para eventos o simplemente en propiedades para alquilar. 

Curiosidades de las barracas valencianas que han podido encontrar son las siguientes: 

  • Las barracas suelen tener pintado el contorno de puertas y ventanas de color azul claro para espantar a los malos espíritus de la vivienda 
  • Tienen una cruz en cada fachada para distinguir la religión de los habitantes de la barraca 
  • Normalmente tienen una parra haciendo de techado en el porche para que en invierno caigan las hojas para que pegue el sol y en verano cuando crecen las hojas haga sombra. 

Algunas de las barracas que hemos encontrado por la huerta de Valencia son las siguientes: 

2.3 ALQUERÍAS 

Se puede apreciar que la segunda barraca es la que peor conservada está, probablemente porque es poco visitada y por tanto no han tenido tanto cuidado de ella. Por otra parte, la primera y la tercera están mejores conservadas y con más cuidados por sus frecuentes visitas. 

Cuadro de texto2.3 LAS ALQUERÍAS 

La alquería es una estructura arquitectónica emblemática de las zonas mediterráneas, particularmente en España, cuyos inicios se remontan a la era islámica. En principio el vocablo deriva del árabe “ةيرقلا” “qaryah”; pueblo, caserío, donde por tanto no se trataba solamente de una vivienda, sino de una pequeña comunidad, muchas veces habitada por un mismo núcleo familiar (primos, hermanos, etc). Todos compartían unos derechos comunes sobre la tierra. Esto está relacionado con el modo de organización de la población islámica, siglos VIII-XIII. Estas edificaciones se caracterizan por su utilidad y ajuste al ambiente rural, fusionando componentes residenciales y agrícolas con un diseño que responde a las demandas de las comunidades que las residían.  

Cabe destacar que muchas fueron donadas a nobles y burgueses tras la conquista de Jaime I exceptuando aquellas que fueron destinadas a municipios. Estas últimas comenzaron a fragmentarse intensamente en los alrededores de las murallas en el siglo XIII, dejando definido el concepto nuevo de alquería como el de una residencia autosuficiente con una potente entidad y dimensiones considerables asociada a una explotación agrícola. 

Respecto a su arquitectura, las alquerías se edificaban mayormente con materiales autóctonos como la piedra, el adobe, la madera y la teja árabe, lo que las convierte en robustas y perfectamente incorporadas al entorno. Uno de los materiales más comunes también era el tapial, una técnica que consistía en compactar tierra mezclada con cal o arena en moldes para levantar muros gruesos, este material proporcionaba un excelente aislamiento térmico y era fácil de trabajar con los recursos disponibles. 

Las alquerías poseen normalmente dos alturas que suelen ser habitables y, en algunas ocasiones, una tercera dedicada al almacenamiento y una cubierta de teja árabe a dos aguas en los cuerpos principales y en los cuerpos adosados, con carácter más secundario, solo a un agua. La típica alquería valenciana se basaba en una planta rectangular, aunque hay algunas que tienen un trazado más complejo. En la planta baja se situaba el estudio-dormitorio principal, comedor y cocina con gran chimenea de campana. En la primera planta había otras estancias para huéspedes y también un piso superior, que era la andana donde se guardaban las cosechas. Por lo general había otras construcciones anexas, como molinos, hornos, graneros. Muchas alquerías también tenían un pozo o cisterna, esencial para la provisión de agua en zonas con falta de agua. Durante periodos de inseguridad, era habitual que estas edificaciones incluyeran componentes defensivos, como torres o paredes de gran grosor, para resguardar a los residentes. 

Históricamente, las alquerías tuvieron un rol crucial en la vida en el campo, dado que constituían el núcleo de la actividad económica y agrícola. Estas construcciones no solo funcionaban como hogares, sino también como lugares donde se organizaban, guardaban y procesaban las cosechas. Además, gran cantidad de estas estaban vinculadas a sistemas de riego como acequias y norias, implementados por los musulmanes, facilitando así el surgimiento de cultivos intensivos en áreas como la Huerta Valenciana. En contraposición, la alquería fomentaba la vida en comunidad, dado que diversas familias acostumbraban a residir en un mismo centro, intercambiando labores, recursos y terrenos. 

Las alquerías presentan variaciones arquitectónicas y funcionales según su localización a lo largo de la costa mediterránea, adaptándose a las características geográficas, climáticas y culturales de cada región. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, predominan las alquerías vinculadas a sistemas de riego como las acequias, con patios amplios y almacenes para cultivos como arroz, cítricos y hortalizas, propios de la huerta. En Murcia, estas estructuras suelen estar asociadas a la explotación de tierras más áridas, destacando elementos como aljibes y norias para maximizar el uso del agua en cultivos de secano y regadío. 

En Andalucía oriental, especialmente en Almería o Granada, las alquerías tienden a integrarse con los bancales de montaña y sistemas de riego heredados del periodo islámico, empleando materiales como la piedra y el barro para aprovechar mejor las condiciones climáticas y del terreno. Por otro lado, en las Islas Baleares, las alquerías reflejan un modelo más insular, con edificios de menor tamaño y un enfoque más autosuficiente, enfocado en el pastoreo y la agricultura de subsistencia. En comparación con las tipologías de otras regiones y países europeos, la tipología valenciana se situaba en zonas de entre 1 y 6 hectáreas. Es por ello que la mayoría de  

alquerías valencianas se basaban en el autoabastecimiento y solo se comerciaba con los pequeños excedentes del consumo propio, lo que las alejó de las dinámicas del gran comercio y las rutas comerciales, y esto conllevó a que la introducción de avances técnicos fue tardía. 

Como destaca Miguel de Rey en sus estudios, dos formas coherentes de clasificarlas es según la forma en la que se habitan o el número y disposición de las crujías estructurales.  

Según la forma: 

  • Casas con una sola vivienda, ubicada en planta baja. Son generalmente casas campesinas donde la vida y los espacios giran en torno a la tierra. Suelen ser edificios de más de una planta, en los que en los niveles más altos se sitúan los espacios de secado y almacenamiento de las cosechas 
  • Casas que contienen más de una vivienda. La vivienda principal se encuentra en la parte alta. Suelen ser casas señoriales con vivienda principal en planta primera con la peculiaridad de que pueden encontrarse más zonas habitables en la planta baja o bien independientes para los trabajadores y arrendatarios de las tierras. Además, suelen incluir una segunda planta que funciona como cámara. 

Según el número de crujías: 

  • Casas de una crujía. Este tipo de casa ha sido utilizada en otras épocas de manera generalizada para albergar la pequeña casa campesina. Su arquitectura está marcada por la manera de construir la cubierta: a un agua que vierte sobre la fachada principal. La fachada generalmente incluye una puerta centrada y una serie de ventanas que sirven para ventilar la planta baja mientras que en primera planta, si existe, suelen aparecer grandes huecos para facilitar la ventilación de las cosechas. 
  • Casa de dos o más crujías. Es el tipo de casa compacta más abundante de la huerta valenciana. Casi todas las casas tienen en común su construcción a partir de líneas de carga paralelas a la fachada, pero como en cualquier tipo básico. La morfología de la cubierta es a dos aguas con alero horizontal y testeros desnudos que marcan el volumen y perfil de la casa. La fachada se compone a raíz de un eje central compositivo que se estabiliza ya en el siglo XVIII sobre el que se sitúan los grandes huecos de la casa y que además penetra los muros de carga. El espacio interior de la casa se ordena con las habitaciones a un lado y al otro el vestíbulo de acceso 

Actualmente, las alquerías representan un importante legado histórico y cultural, son un reflejo de la vida en el campo tradicional y la arquitectura vinculada a su entorno. Aunque muchas han sido restauradas como centros culturales, turísticos o alojamientos rurales, otras numerosas alquerías han desaparecido o están en un estado de desamparo a causa de la urbanización y la emigración rural. Estas construcciones representan la identidad de la región y subrayan la relevancia de conservar el legado y la conexión sostenible con el entorno natural. 

3. MATERIALES Y TÉCNICAS USADAS EN LA HUERTA. 

Para la construcción de las distintas tipologías arquitectónicas anteriormente se ha observado y estudiado el uso de los siguientes materiales:  

  1. Piedra caliza, la piedra caliza se utilizaba principalmente para los cimientos y muros de mampostería, asegurando durabilidad frente a la humedad. 
  1. Cuadro de textoAdobe, utilizado para elaborar muros mediante la técnica de tapia o para cubrir entramados de madera o cañizo, creando superficies lisas que luego se encalaban: 
  1. Cañizo, usadas para crear la estructura del techo o tejado de la barraca valenciana. 
  1. Barrón o “Borró», esta planta sería la encargada de cubrir todo el tejado, otorgándole así cierta impermeabilización que junto a la inclinación del techo consiguen evitar la entrada y filtración de agua al interior de la barraca. 
  1. Paja de arroz, que junto tierra y cal (adobe) se usaba como aislamiento térmico en los muros de las barracas. También se usaba como aislamiento térmico en las cubiertas de estas. 
  1. Cal viva, este material se utilizaba para cubrir todas las paredes con un doble objetivo. Primero darle este color blanco tan característico de la barraca y por otro lado otorgarle un plus de limpieza e higiene a la construcción y su interior. 
  1. El mortero de cal es una mezcla tradicional utilizada en la construcción, formada por cal, arena y agua. En la huerta valenciana, era fundamental para unir ladrillos, piedras y tejas en las construcciones rurales, como alquerías, barracas y acequias. 
  1. Tejas cerámicas curvas, también conocidas como tejas árabes, como revestimiento y sistema de drenaje del agua de las cubiertas de las ermitas y las alquerías. 
  1. Madera, se utilizaba en puertas, ventanas y contraventanas, aportando aislamiento y resistencia. En las barracas, las armaduras de madera eran esenciales para las techumbres inclinadas, y en las alquerías, se empleaba en elementos decorativos y funcionales como sistemas de vigas vistas y portones. 
  1. Hierro forjado, para fabricar rejas defensivas en el paso de las puertas o ventanas, para evitar que externos accedan al interior de las alquerías, barracas y ermitas. También se usaba el hierro forjado para realizar decoraciones y barandillas de balcones y escaleras. 

4. ELEMTOS DE LA HUERTA VALENCIANA  

Al recorrer la  huerta, hemos observan varios elementos característicos, que han sido fundamentales para su desarrollo a lo largo del tiempo, como: 

4.1 SISTEMAS DE RIEGO Y ACEQUIAS  

Uno de los elementos más visibles de la huerta valenciana son las acequias, que son un tipo de sistema de riego, estos canales se encargan de distribuir el agua por todas las tierras de cultivo. Caminando por la huerta, se pueden ver perfectamente las acequias y unas grandes estructuras metálicas, que son conocidas en el vocabulario de la huerta valenciana como, “parà” o compuertas, que facilitan la distribución del agua y también a no malgastarla. 

Por otra parte, también existen las acequias de drenaje, que como bien indica su nombre, sirven para eliminar el exceso de agua, evitando que las parcelas acaben inundadas, durante el recorrido, observamos que las acequias están conectadas entre si, y pueden redirigir el agua sobrante a los ríos. 

4.2 INVERNADEROS 

Los invernaderos, son unas estructuras cubiertas de plástico que protegen a los cultivos, en invierno del frio, y en verano de altas temperaturas, en la huerta, se suelen cultivar tanto frutas como hortalizas durante todo el año. Estos invernaderos asumen una parte muy importante, ya que ayudan a augmentar la productividad de la huerta. 

4.3 PUENTES 

 Los puentes que unen acequias y ríos son esenciales para moverse a través de la huerta, generalmente están construidos de piedra o madera, permitiendo el paso tanto de personas, como de máquinas para la agricultura. Al caminar por la huerta, también apreciamos que sirven para conectar parcelas de cultivo y para que las acequias no interfieran en el camino. 

5. ANÁLISIS CRÍTICO 

5.1 VALORES DE LA HUERTA. 

La huerta valenciana es un paisaje cultural de gran valor histórico y social, fruto de siglos de interacción entre la naturaleza y la acción humana. Su origen se remonta a la época andalusí, cuando se desarrolló un sofisticado sistema de riego que convirtió la región en un modelo de agricultura intensiva y sostenible. Este patrimonio hidráulico, que incluye acequias y canales, ha perdurado a lo largo del tiempo, destacando la importancia del Tribunal de las Aguas, una institución milenaria que gestiona el uso del agua de forma comunitaria y equitativa. 

Más allá de su función agrícola, la huerta es un símbolo de identidad cultural. A lo largo de los siglos, ha sido el escenario de formas de vida tradicionales, donde se han transmitido conocimientos y costumbres que aún perviven. La gastronomía valenciana, con platos como la paella y productos frescos de la huerta, es un reflejo directo de su riqueza agrícola. Asimismo, las festividades, las danzas, la indumentaria tradicional y las estructuras sociales en torno a la comunidad de regantes demuestran la influencia de este espacio en la vida cotidiana y la cultura valenciana. 

La huerta destaca también como un paisaje vivo y un ejemplo de sostenibilidad. Su mosaico de campos cultivados, rodeado de caminos y alquerías, es un testimonio de la relación equilibrada entre el ser humano y el medio natural. Representa no solo una fuente de recursos, sino también un símbolo de armonía con la tierra y el agua. Además, su configuración territorial ilustra un modelo de uso racional del espacio y los recursos, donde la agricultura, el urbanismo y la naturaleza coexisten en un equilibrio que ha evolucionado con el tiempo. 

En conclusión, la huerta valenciana es un patrimonio único que combina historia, cultura y sostenibilidad. Su sistema hidráulico milenario, su influencia en la identidad valenciana y su singularidad paisajística la convierten en un símbolo de la interacción entre sociedad y medio ambiente. Protegerla no solo es un compromiso con el pasado, sino también una apuesta por un futuro en el que tradición y modernidad puedan convivir en equilibrio. La huerta no es solo un espacio agrícola, sino un motor cultural y social que sigue marcando el carácter de la región valenciana. 

5.2 ELEMENTOS IMPROPIOS DE LA HUERTA 

Los elementos impropios de la huerta valenciana son aquellos que alteran su carácter tradicional y amenazan su equilibrio natural, cultural y productivo. Estos problemas surgen principalmente de la presión urbanística, el uso de materiales modernos, infraestructuras no integradas y cambios en los usos agrícolas. 

La urbanización descontrolada ha ocupado suelos fértiles con viviendas, polígonos industriales y centros comerciales, fragmentando el paisaje y dificultando el acceso a las parcelas. Este desarrollo interrumpe el sistema hidráulico tradicional, esencial para el riego de la huerta. 

El uso de materiales modernos, como hormigón y plásticos, desvirtúa las construcciones tradicionales, reemplazando elementos históricos como el adobe y la madera. Esto afecta la estética y funcionalidad del paisaje. 

Las grandes infraestructuras, como autovías y líneas de alta velocidad, generan barreras físicas que fragmentan la huerta y afectan su sostenibilidad. Estas intervenciones suelen priorizar intereses metropolitanos, sin valorar adecuadamente el impacto en el tejido agrícola y social. 

El cambio en los usos agrícolas, con la introducción de monocultivos y riegos intensivos o el abandono de parcelas, reduce la biodiversidad y altera los ciclos tradicionales, comprometiendo la sostenibilidad del suelo y el agua. 

Finalmente, los equipamientos urbanos mal integrados, como grandes edificios o urbanizaciones, rompen la escala y proporción del paisaje, erosionando su identidad histórica. 

La huerta valenciana necesita políticas que respeten su carácter agrícola y cultural para garantizar su preservación como patrimonio único para las futuras generaciones. 

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